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La oposición activa y la llegada al poder Imprimir E-Mail

Un mes después de su regreso a Venezuela muere don Luis Betancourt, el padre de Rómulo. En una carta dirigida a Caferino Rojas Díaz el 25 de mayo el afligido político expresa:

La muerte del viejo ha sido para mí un golpe rudo. Tú experimentaste dolor semejante, y sabes ya cómo duele íntimamente la definitivamente ausencia del padre. En mi caso, hay cierto acento de remordimiento en mi tristeza. El viejo ambicionó que yo fuera abogado y realizara en la vida todo cuanto él había soñado. Escogí este áspero camino, que ya es el definitivo en mi vida. Y de paso, lo sacrifiqué a él. Nunca pude darle la satisfacción de comodidades materiales y por las preocupaciones que se me han hecho sufrió tanto. La única compensación que tuvo fue la de verme con una línea clara y recta de honradez personal y pública, traduciendo a hechos las normas de conducta que me enseñó siempre (cp. Romero, 2005, p. 69).

Pero Betancourt por fin había llegado a Venezuela y tenía frente a sí la tarea de la que desde hace tiempo había querido ocuparse: de la construcción de una influencia real del partido en la población venezolana.

El 28 de abril de 1941 el Congreso Nacional nombró al general Isaías Medina Angarita Presidente de la República. Por su parte, la “candidatura simbólica” de Rómulo Gallegos tuvo sus ventajas, el logro político más importante fue que se dio la oportunidad de que se establecieran comparaciones entre ambos candidatos; el militar andino electo a la usanza gomecista y el connotado escritor que ha surgido desde una oposición que valientemente venía abriéndose camino desde hacía unos años.

El nuevo Presidente ya se había comprometido desde antes de su elección a tener “una amplia apertura democrática que incluía la legalización de los partidos” (Romero, 2005, p. 71); y así fue.

Y para facilitar este proceso de legalizar el partido los pedenistas decidieron cambiar su nombre, ya plagado de persecución y clandestinidad. Romero (2005, p. 71) apunta que fue en una reunión realizada el 11 de mayo en la casa de Rómulo Gallegos que se decidió llamar al partido “Acción Democrática”. Betancourt y sus compañeros que habían sufrido la persecución del gobierno decidieron no figurar en el Comité de Orientación encargado de obtener la legalización y así evitar posibles inconvenientes. Para optar por la legalización del partido era necesario responder una especie de cuestionario cuyas preguntas estaban dirigidas a esclarecer la posición ideológica y doctrinaria del mismo, y así el gobierno podría asegurarse de que sus lineamientos no se contrapusieran con lo establecido en el inciso sexto del Artículo 21 de la Constitución Nacional. La inspección fue aprobada y es autorizado el funcionamiento de del partido Acción Democrática (AD) el 29 de julio de 1941.

El 13 de septiembre de ese año se realizó la presentación del partido en el Nuevo Circo de Caracas. Betancourt era el responsable de dar las palabras de cierre al acto. Ese día habló de los problemas económicos del país y dio cuenta del programa del partido en este aspecto. Como apunta Romero (2005, p. 72) una de las banderas más impactantes fue la necesidad de borrar una de las mayores contracciones de la economía venezolana: que gracias a la abundancia de sus recursos era considerada como una nación rica pero el nivel de empobrecimiento de sus habitantes era altísimo. La creación de un plan estratégico que fomentara la diversificación de la actividad industrial y la independencia de la exportación petrolera como única fuente de recursos fue la solución que perfiló el líder en nombre del partido. Otro de los puntos destacados de la alocución de Betancourt en el Nuevo Circo fue la relación con Estados Unidos como un aliado en la defensa del continente ante las amenazas nazi-fascistas, pero también la vigilancia que debía establecerse en las relaciones petroleras, velando por los intereses de la industria nacional. Además fue ratificado el partido como un ente democrático, policlasista, nacional, anti-imperialista y americanista.

Ahora la tarea era implantar el partido en todo el territorio nacional, labor a la que Betancourt, junto a otros de sus compañeros de AD, se dedicó con tenacidad. Visitó numerosas regiones y poblados, acercándose a la gente, hablando con ellos, haciéndose conocer a sí y a AD. La expansión que estaba alcanzando la organización política impulsó al presidente Medina en la creación de su propio partido que en principio se denominó Partidarios de la Política del Gobierno, suscitando la burla de la oposición. Más tarde cambió su nombre a Partido Democrático Venezolano (PDV).

Durante los años que van de 1941 a 1945 Rómulo Betancourt se concentró en “moldear ese tipo de militante cuyo compromiso (…) era para toda la vida”. “Acción democrática se refiere a una manera de actuar en política y casi a una manera de ser” (Caballero, 2004, p. 203). La consigna era que no quedase ni un distrito ni un municipio sin su organización de partido. Para el año 1945 el mismo Rómulo Betancourt va a jactarse de que AD cuenta con cien mil militantes en todo el país.

Internamente, Betancourt iba afianzando su liderazgo. Caballero (2004) reseña que el líder buscaba acomodar a sus más fieles seguidores en los puestos más importantes, mientras que a los militantes “indisciplinados o que se estuviesen apartando de la línea política que él había impuesto” eran descartados para los cargos de dirección y hasta sacados del partido (p. 205).

Además Betancourt continuó escribiendo en la prensa. Aparecía su firma en diarios venezolanos como Ahora y El Nacional y en El Tiempo de Bogotá. Pero la producción escrita más importante de esta época la tuvo en órganos de su propio partido: en el semanario Acción Democrática, fundado el 10 de enero de 1942 bajo la dirección de Valmore Rodríguez, Juan Oropesa y Luis Troconis Guerrero y en el diario El País, que aparece el 11 de enero de 1944. El que el partido y él contasen con su propio órgano de difusión, en donde pudiese escribir libremente y sobre todo, desde el cual pudiese defenderse de los ataques de sus adversarios, era una aspiración de vieja data que por fin Betancourt había logrado cumplir. Desde este periódico emprendió una acalorada diatriba con los comunistas, y con Miguel Otero Silva como su representante; estos apoyaban el gobierno de Medina lo que representaba una alianza incómoda para Betancourt, puesto que los comunitas contaban con una estructura sindical que podía ahora servir de plataforma para el gobierno. Pero, como señala Caballero (2004, p. 215) Betancourt no tenía la intención de establecer enfrentamientos entre la derecha y la izquierda, ni entre comunitas y anti.-comunitas, si algo quería era que esas discusiones ahora se establecieran entre adecos y no-adecos.

Continuando sobre la escritura de Betancourt en esta época, Romero (2005) relata

Sus escritos, aparte de los numerosos discursos, conferencias y folletos de esos años, reflejan la continuidad de su pensamiento político y económico, y su voluntad de convertir al nuevo partido en la principal fuerza de oposición al gobierno de Medina Angarita y en una opción real de poder en Venezuela. Fueron artículos y discursos polémicos en los que resaltaba la capacidad propagandística de Betancourt (p. 75).

Pero a pesar de las reformas políticas, sociales y económicas que implantó el presidente Medina Angarita, la apertura democrática que se vivió en los años de su gobierno y el respeto que demostró a la libertad de expresión, Rómulo Betancourt y su partido, el de los “adecos” —como llamarán después del 18 de octubre sus adversarios a los partidarios de Acción Democrática, como la contracción de AD-Comunista—, tenían varios puntos de desacuerdo con sus políticas. Uno de ellos era la falta de legitimidad del gobierno por la manera en que llegó al poder, lo que le representaba un obstáculo a la hora de luchar por los intereses nacionales ante las compañías petroleras, que se percataban de su debilidad y poco respaldo popular. También criticaban la falta de claridad en las delimitaciones de las funciones administrativas y ejecutivas del Estado, ya que la ley permitía, por ejemplo, que un ministro actuara a la vez como parlamentario, poniendo en evidencia la falta de independencia entre los poderes. Pero lo más importante, que es lo que llevó a Betancourt junto con algunos compañeros de partido a aliarse con los militares en un levantamiento contra el presidente Isaías Medina Angarita, fue la candidatura impuesta por el presidente de Ángel Biaggini para el período presidencial 1946-1951; y peor, lo que esto podría generar: la posibilidad de que también se perfilara la candidatura de Eleazar López Contreras.

Repetidas veces la militancia de AD pidió al Presidente la reforma de la Ley Electoral y de la Constitución Nacional para que eliminara el sistema de elecciones de segundo grado y además que estableciera que éstas se realizaran de manera universal, directa y secreta. El cargo de Presidente de la República era elegido a dedo por el ejecutivo, a la anti-democrática manera gomecista. El gobierno se negó a escuchar su exigencia, el próximo presidente de la República debía ser elegido por él, y fue así que propuso inicialmente al doctor Diógenes Escalante, quien se desempeñaba como embajador en Washington. Pero este candidato era una opción bastante aceptable para los partidarios de AD. Romero (2005) reseña que en una entrevista que sostuvo con el doctor Ramón J. Velásquez éste le comentó que Escalante se había comprometido a impulsar la reforma de la Ley de Electoral y a gobernar sólo dos años, era por esto que los de Rómulo no se opusieron a su candidatura (p. 79). Pero luego una enfermedad mental sacó a Escalante del juego político, y el candidato del medinismo pasó a ser una impopular figura: Ángel Biaggini. Esta candidatura aumentaba la posibilidad real de que nuevamente entrara en la escena política López Conteras, de quien se sospechaban intenciones de volver a la silla presidencial y que además contaba con importantes apoyos en el Congreso Nacional.

Por su parte, las Fuerzas Armadas Nacionales han sufrido cambios internos durante los años de 1941 y 1945. Existe una oficialidad joven, preparada, que miraba con recelo a los viejo militares “chopos de piedra”, que seguían ocupando los rangos más altos en la institución armada sin tener ninguna preparación ni mérito. En el interior de la institución se crearon logias para discutir los problemas del país. Una de ellas, la Unión Militar Patriótica, de la que formaba parte Marcos Pérez Jiménez, Luís Felipe Llovera Páez y Carlos Delgado Chalbaud, decidió acercarse al llamativo líder de AD para llevar a cabo el golpe.

El 18 de octubre de 1945 cayó el gobierno de Isaías Medina Angarita a causa de un levantamiento cívico-militar —aunque más militar que cívico— y toma el poder la Junta Revolucionaria de Gobierno, conformada por los militares Carlos Delgado Chalbaud y Mario Vargas, los adecos Gonzalo Barrios, Raúl Leoni, Luis Beltrán Prieto Figueroa y Rómulo Betancourt —quien fue designado presidente de la Junta— y por un independiente, el doctor Edmundo Fernández.

Con respecto a la participación de los civiles de AD en la conjura, Caballero (2004) relata

El desempeño de Acción Democrática el 18 de octubre de 1945 no fue pobre ni escaso: fue nulo. Por razones conspirativas muy comprensibles, el secreto del complot quedó, en el campo civil, circunscrito en lo esencial a cuatro personas (…) no sería demasiado exagerado decir que en las Fuerzas Amadas estaban enterados de la conspiración hasta los cabos (p. 227).

Esto quiere decir que para el golpe de Estado no estaban comprometidos todos los factores del partido sino un pequeño grupo, que le ocultó al resto sus intenciones conspirativas. Mientras que la oficialidad casi en pleno conocía los planes insurreccionales. Uno de los argumentos que más adelante van a esgrimir los implicados civiles en el hecho fue que el levantamiento era inminente y que decidieron participar luego de darse cuenta de que de igual manera iba a ocurrir.

En realidad es que Betancourt vio en esta propuesta de los militares la posibilidad de consolidar al fin el proyecto político de su partido. Ésta alianza va a generar una de las críticas más recurrentes contra el dirigente por el resto de su carrera política, puesto que su proyecto siempre fue civilista y anti-militarista y en esta oportunidad decidió favorecer la idea de tomar el poder antes de seguir esa línea de pensamiento.

 
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