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De nuevo en el país y en el poder Imprimir E-Mail
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La llegada de Betancourt a Venezuela el 9 de Febrero de 1958 retomó la conducción de Acción Democrática y a través de un discurso en la plaza Diego Ibarra, aclaró que su prioridad y la de su partido sería la colaboración entre los venezolanos para lograr la estabilización del régimen provisional. De ahí en adelante Acción Democrática y su líder se preparan para los comicios electorales a realizarse en diciembre de ese mismo año. Pese a que Betancourt se encargó de hacer explícita su separación de los comunistas, en reiteradas ocasiones y por distintos medios, la desconfianza reinaba en la sociedad por su pasado en estas lides. Según Romero (2005) la candidatura de Betancourt se conoció a poco tiempo de la realización de las elecciones para evitar no sólo las resistencias externas sino las internas que amenazaban con fraccionar el partido, como la de los jóvenes radicales que se oponían a la candidatura de Betancourt y defendían la ideología marxista (p. 113).

El 21 de noviembre de 1958, Betancourt presentó su candidatura apoyado por el Pleno Juvenil de AD y con el respaldo del que fue su maestro en el Liceo de Caracas: Rómulo Gallegos, quien apuesta por “el talento político” y la “rectitud moral” de su discípulo como el candidato ideal para ser el “Presidente de la Concordia venezolana” (Romero 2005 p. 114). El augurio se cumplió. Es así como el 7 de diciembre de 1958 Rómulo Betancourt se convierte en el primer Presidente Constitucional de Venezuela, elegido mediante el voto, que logrará cumplir sus cinco años de mandato.

Su período gubernamental estuvo signado por múltiples obstáculos, una difícil situación económica, conflictos políticos nacionales e internacionales y continuos intentos golpistas entre los que destacaron el Carupanazo, el Porteñazo y el Barcelonazo. Betancourt no sólo tuvo que enfrentar los ataques de quienes se le oponían en el país, sino de aquellos que desde miles de kilómetros querían sacarlo del poder. Así, el dictador de República Dominicana, Rafael Leonidas Trujillo, y posteriormente el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, se encargaron de financiar movimientos que intentaron derrocar al gobierno.

El más grave fue el atentado terrorista del que fue víctima el 24 de junio de 1960, cuando estalló una bomba en el vehículo en el que se dirigía junto a otros funcionarios públicos. Betancourt sobrevivió a la ofensiva y una vez más demostró su coraje, pues al día siguiente de haber llegado al Hospital Militar, y con ambas manos vendadas por las quemaduras sufridas, ofreció una alocución en radio y televisión desde el Palacio de Miraflores, en el que aseguró que ese atentado no desestabilizaría su gobierno. “Quiero decir al pueblo de Venezuela que debe tener confianza en la estabilidad del gobierno y en la decisión del presidente que él eligió para cumplir su mandato, como he venido diciendo y hoy reitero, hasta el 19 de abril de 1964” (Betancourt cp. Romero, 2005 p. 116).

Durante su primer año de mandato presenció el fraccionamiento de su partido. En su primera división surgió el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), que se unió a lucha armada con el Partido Comunista; también apareció el Grupo ARS como consecuencia de este desmembramiento. En el plano económico tuvo que tomar decisiones que generaron descontento en varios sectores de la población, como la reducción del sueldo de los funcionarios públicos en un 10%, la política de control de cambios y la devaluación del bolívar. En vista de las continuas amenazas de sus adversarios prohibió las manifestaciones públicas sin autorización, suspendió las garantías y “hubo represión política entre los grupos insurgentes”. En su afán por deslastrase de los comunistas puso en práctica la “Doctrina Betancourt”, un decreto que mantuvo alejada a Venezuela de los regímenes autoritarios de Argentina, Perú, Guatemala, Haití, Ecuador, Honduras, República Dominicana, y en especial de la Cuba revolucionaria, que intentaba exportar su ideología al territorio venezolano. En cambio “estableció alianzas con otras democracias regionales en pro de la democratización y paz regional” (Romero, 2005, p. 117).

Su proyecto político quedó plasmado en la Constitución de 1961 —reconocida como una de las más progresistas de América Latina? en la que se refleja su preocupación en materia económica, política y social; otorgándole mayor importancia a elevar el sistema educativo, creando más de tres mil escuelas primarias y doscientos liceos.

Tal y como lo aseguró al asumir la Presidencia, el 11 de marzo de 1964 Rómulo Betancourt entrega la banda presidencial a su incondicional amigo y sucesor Raúl Leoni, para nunca más aspirar por la silla presidencial.

Pese a los múltiples inconvenientes que tuvo la presidencia de Betancourt, los historiadores coinciden en afirmar que el balance de su gestión fue positivo, puesto que logró la conducción del país hacia la vía de la democracia que se consolidaría y se mantendría como ideal durante los próximos 50 años.

 
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